La adicción es un problema multidimensional y como tal debe ser
abordado a través de un marco teórico y práctico que involucre diversos
niveles: cuerpo, mente, emociones, y
espíritu. El tratamiento es a menudo un desafío a largo plazo y usualmente
requiere de más de un método terapéutico para lograr buenos resultados.
En las últimas décadas la práctica de Yoga
ha dejado progresivamente el ámbito de lo esotérico para convertirse poco a
poco en una práctica reconocida como una herramienta
terapéutica valiosa para el tratamiento de numerosas patologías. La
investigación y la publicación de experiencias exitosas en diversos
países sobre la aplicación de esta práctica en prevención primaria y secundaria
de diversas condiciones clínicas han contribuido a que en la actualidad el yoga
se utilice como una práctica complementaria en el tratamiento de diversos
trastornos, en particular en el tratamiento de adicciones.
De acuerdo al Manual de Diagnóstico Psiquiátrico DSM
IV-R de la American Psychiatric Association la dependencia a sustancias
(adicción) es un trastorno que, para ser diagnosticado, debe cumplir con
al menos 3 de los 7 siguientes criterios:
- Cada vez menor efecto con la misma dosis de la sustancia o necesidad de aumentar la dosis para obtener el mismo efecto. (Tolerancia).
- Sensación de malestar agudo cuando no se accede al consumo. (Abstinencia).
- Consume más cantidad o por mayor tiempo que el que se proponía.
- Pérdida de control respecto al consumo.
- Usa gran parte de su tiempo en procurarse la sustancia.
- Pérdida de intereses alternativos.
- Continuar el consumo incluso pese a la evidencia de las consecuencias dañinas.
La persona que está sujeta a una sustancia para mantener un nivel mínimo de funcionamiento sabe que ha perdido su libertad. Su fuerza de voluntad está mermada, y con ella su autoestima y sensación de autocontrol. El adicto se vuelve irresponsable consigo mismo y con su entorno porque no siente que tiene control sobre sí mismo ni sobre su ambiente.
A lo largo de la sesión de yoga,
la instrucción fundamental es la de estar presente y atento al propio cuerpo,
al flujo de la respiración y a los movimientos de la mente -pensamientos,
imágenes, emociones, etc.-. Por supuesto que en un principio resulta difícil,
sin embargo poco a poco el paciente es capaz de comenzar a apreciar y
discriminar las sensaciones placenteras y displacenteras que experimenta en su
cuerpo, el cual, hasta ahora, era un terreno ajeno y desconocido, muchas veces
rechazado por la tiranía que le impone con su demanda de droga. En la adicción,
cuerpo y mente no sólo están separados, sino que en combate.
Al reencontrarse con su cuerpo, el paciente comienza a darse
cuenta de que no necesita complacerlo de inmediato en sus demandas, y que
a veces vale la pena hacer un poco de esfuerzo disciplinado para obtener al
final de la práctica una sensación de relajación y bienestar profundos. A
medida que el paciente avanza en su práctica de yoga, coherentemente va
aumentando su sensibilidad, su sensación de bienestar, su autocontrol y
autovaloración, cultivándose el deseo natural de cuidarse y mantenerse
bien.
Es común en esta etapa que el paciente espontáneamente comience a mostrar
un cultivo de la moderación y de un estilo de vida general mas sano. Muchos de
ellos cambian sus hábitos alimenticios y sus rutinas diarias. Los pacientes que
continúan practicando yoga luego de terminar su proceso de internación,
encuentran en su práctica un recordatorio corporal (anclaje) que les conecta a
todo lo vivido y aprendido en el proceso de internamiento, a la vez que acceden
a una red de apoyo social particular, usualmente conformada por personas
interesadas por el cultivo de un estilo de vida saludable, y que generalmente rechaza el consumo de drogas.
De esta manera, la persona logra superar la adicción logrando una
armonía con su propio cuerpo, mejorando su propio bienestar. No solo se ha
superado una adicción, si no que se ha logrado una sensación de propio
bienestar asociado al no consumo, disminuyendo así la posibilidad de una
recaida.
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