domingo, 9 de marzo de 2014

Beneficios del Yoga en el tratamiento de las adicciones

La adicción es un problema multidimensional y como tal debe ser abordado a través de un marco teórico y práctico que involucre diversos niveles: cuerpo, mente, emociones, y espíritu. El tratamiento es a menudo un desafío a largo plazo y usualmente requiere de más de un método terapéutico para lograr buenos resultados.

En las últimas décadas la práctica de Yoga ha dejado progresivamente el ámbito de lo esotérico para convertirse poco a poco en una práctica reconocida como una herramienta terapéutica valiosa para el tratamiento de numerosas patologías. La investigación y la publicación  de experiencias exitosas en diversos países sobre la aplicación de esta práctica en prevención primaria y secundaria de diversas condiciones clínicas han contribuido a que en la actualidad el yoga se utilice como una práctica complementaria en el tratamiento de diversos trastornos, en particular en el tratamiento de adicciones.



De acuerdo al Manual de Diagnóstico Psiquiátrico DSM IV-R de la American Psychiatric Association la dependencia a sustancias (adicción)  es un trastorno que, para ser diagnosticado, debe cumplir con al menos 3 de los 7 siguientes criterios:


  1. Cada vez menor efecto con la misma dosis de la sustancia o necesidad de aumentar   la dosis para obtener el mismo efecto. (Tolerancia).
  2. Sensación de malestar agudo cuando no se accede al consumo. (Abstinencia).
  3. Consume más cantidad o por mayor tiempo que el que se proponía.
  4. Pérdida de control respecto al consumo.
  5. Usa gran parte de su  tiempo en procurarse la sustancia.
  6. Pérdida de intereses alternativos. 
  7. Continuar el consumo incluso pese a la evidencia de las consecuencias dañinas.

La persona que está sujeta a una sustancia para mantener un nivel mínimo de funcionamiento sabe que ha perdido su libertad. Su fuerza de voluntad está mermada, y con ella su autoestima y sensación de autocontrol. El adicto se vuelve irresponsable consigo mismo y con su entorno porque no siente que tiene control sobre sí mismo ni sobre su ambiente.

A lo largo de la sesión de yoga, la instrucción fundamental es la de estar presente y atento al propio cuerpo, al flujo de la respiración y a los movimientos de la mente -pensamientos, imágenes, emociones, etc.-. Por supuesto que en un principio resulta difícil, sin embargo poco a poco el paciente es capaz de comenzar a apreciar y discriminar las sensaciones placenteras y displacenteras que experimenta en su cuerpo, el cual, hasta ahora, era un terreno ajeno y desconocido, muchas veces rechazado por la tiranía que le impone con su demanda de droga. En la adicción, cuerpo y mente no sólo están separados, sino que en combate.

Al reencontrarse con su cuerpo, el paciente comienza a darse cuenta de que no necesita complacerlo de inmediato en sus demandas, y que  a veces vale la pena hacer un poco de esfuerzo disciplinado para obtener al final de la práctica una sensación de relajación y bienestar profundos. A medida que el paciente avanza en su práctica de yoga, coherentemente va aumentando su sensibilidad, su sensación de bienestar, su autocontrol y autovaloración, cultivándose el  deseo natural de cuidarse y mantenerse bien. 

Es común en esta etapa que el paciente espontáneamente comience a mostrar un cultivo de la moderación y de un estilo de vida general mas sano. Muchos de ellos cambian sus hábitos alimenticios y sus rutinas diarias. Los pacientes que continúan practicando yoga luego de terminar su proceso de internación, encuentran en su práctica un recordatorio corporal (anclaje) que les conecta a todo lo vivido y aprendido en el proceso de internamiento, a la vez que acceden a una red de apoyo social particular, usualmente conformada por personas interesadas por el cultivo de un estilo de vida saludable, y que generalmente rechaza el consumo de drogas.


De esta manera, la persona logra superar la adicción logrando una armonía con su propio cuerpo, mejorando su propio bienestar. No solo se ha superado una adicción, si no que se ha logrado una sensación de propio bienestar asociado al no consumo, disminuyendo así la posibilidad de una recaida.

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