Las vacaciones son un momento en el cual muchos adolescentes
poseen tiempo libre en exceso, lo cual puede favorecer el consumo de
sustancias. Ya se ha comprobado que el tiempo de ocio excesivo aumenta la
probabilidad de consumir alguna sustancia en exceso, existiendo mucha
bibliografía disponible sobre el tema.
Cuando llegan las vacaciones de verano, muchos jóvenes
aprovechan que se alejan unos días de sus padres y, entre otras cosas, abusan
de la ingesta de alcohol. El problema es que este puede convertirse en una
entrada al consumo de otras sustancias más peligrosas.
Como hemos detallado en entradas anteriores, el daño
generado por una sustancia tóxica al cerebro es mayor mientras menor sea la edad a la que somete la persona a esas
agresiones. El deterioro del cerebro genera limitación de las potencialidades
y condiciona su función, condenando a la persona, recordando también que a
mayor consumo hay mayores problemas.
El tiempo de ocio, sumado a la curiosidad propia de la edad
y el descubrimiento de nuevas sensaciones, puede ocasionar que el adolescente
empiece a probar sustancias con alto poder adictivo.
Es importante recordar que durante la adolescencia, el rol
de la familia es muy importante para evitar ciertos comportamientos riesgosos,
si bien un padre no puede controlar la vida del adolescente, es importante que se
exprese su punto de vista en forma clara y precisa cuando se trate del alcohol,
tabaco y drogas ante sus hijos, haciendo explícitos los peligros y riesgos
asociados. Siempre es importante recordar que en esta etapa de la vida, el
apoyo familiar es de suma importancia. El adolescente necesita sentirse
acompañado de su familia, sintiendo que es libre de compartir cualquier
inquietud (sea sobre estos temas u otros) con sus seres queridos.