Si bien las patologías alimentarias datan de hace mucho
tiempo, recién desde 1980 hasta la fecha se han estudiado en profundidad,
observando un claro aumento en la incidencia de estas enfermedades.
En esta patología de autoagresión, existen una serie de
factores predisponentes (tanto familiares como individuales) que se encuentran
en un gran número de personas afectadas, a saber:
- Baja autoestima
- Alteraciones de la conducta con semejantes
- Automarginación, comportamientos fóbicos sociales
- Personalidad autoexigente
- Pensamientos obsesivos con las comidas (cantidades, número de calorías,etc.)
- Percepción física alterada
- Trastornos depresivos
- Dependencia a otras sustancias (drogas, pastillas para adelgazar, alcohol)
No es casualidad que el aumento de personas con estas
patologías coincida con el momento en el cual comenzaron a cambiar los valores
culturales en nuestra sociedad, convirtiéndose en una sociedad “corporalista”, predominando el interés
del cuerpo y la belleza física por sobre otros valores. Pruebas evidentes son
la aparente prolongación de la juventud, la alta demanda de cirugías estéticas
y la solicitud constante de buena presencia para todo tipo de trabajo (siendo
esto último una discriminación encubierta).
Estas presiones creadas por la sociedad, en donde la
delgadez y la industria de la dieta e indumentaria prevalecen de manera
importante, generan grandes presiones sobre las personas, prácticamente
exigiendo una modificación de su cuerpo para ser aceptadas en la sociedad en la
cual estamos inmersos. Podemos encontrar casos extremos, como por ejemplo las
bailarinas clásicas, en donde un estudio reciente demostró que el 27% de las
bailarinas del Teatro Colón padecían bulimia.
Finalmente (pero no menos importante) se encuentran los
medios de comunicación, en donde parece implícito que para triunfar y tener
éxito es necesario ser delgado y poseer buena figura, haciendo parecer estas
patologías como “enfermedades de moda” y restándoles importancia.
Tratamiento
Lamentablemente, estas patologías si no se tratan a tiempo pueden llevar a la persona a la muerte,
tanto por inanición, desequilibrios severos, complicaciones infecciosas,
ruptura de esófago y finalmente, suicidios.
Un tratamiento acorde a una patología como la que se
presenta, debe tratar simultáneamente todos los factores que influyen en la
misma. Deben tratarse los aspectos médicos, nutricionales, psicológicos
individuales y sociales, dinámica familiar y social, etc. Esto significa que no
alcanza solo con ir al psicólogo, o al médico, sino que es necesario que todos
los profesionales puedan trabajar simultáneamente (psicólogos, médicos,
nutricionistas, etc.). Se debe tener en cuenta que una persona con estas
patologías, muy probablemente mienta a las personas que intentan ayudarla, por
eso es muy importante que los profesionales no solo interactúen con el
paciente, si no que interactúen entre ellos abordando un tratamiento en
conjunto.
En este marco, los centros de
rehabilitación son una de las mejores opciones para lidiar con estas
patologías, dado que la persona en recuperación se encuentra confinada en un
ambiente cuidado y observado por todos los profesionales, donde al mismo tiempo
de estar cuidada y tratada, se sienta libre de hacer su vida y no que se
encuentra privada de su libertad.