Las anfetaminas son estimulantes potentes que disminuyen la
sensación de fatiga, empleándose inadecuadamente
en deportes, en la reducción de peso o como sustituto de la cocaína para
obtener una sobreexcitación. Las mismas aparecieron en la década de 1930 para tratar afecciones como los catarros.
Luego, al descubrir sus efectos neurológicos, se comenzaron a utilizar para
combatir el mareo o contra la depresión. Actualmente, y bajo estricto control médico, se utiliza en el tratamiento de los
muy raros casos de narcolepsia o el síndrome de fatiga crónico. En los niños
también se emplea ocasionalmente para tratar depresión, obesidad patológica,
daños cerebrales leves o para los trastornos de déficit de atención.
Si bien las anfetaminas pueden
ayudar a las personas a perder gran cantidad de peso muy rápidamente, su
utilización para este propósito no es
aprobado por prácticamente ningún médico. El uso de anfetaminas para
bajar de peso puede ser adictivo, y sólo un pequeño porcentaje de las personas
pueden mantener esa pérdida de peso a largo plazo después de dejarlas de
tomar.
Abusar de las anfetaminas es muy peligroso. Las
personas que abusan de estas drogas se exponen a un comportamiento muy
arriesgado porque se sienten invencibles. Muchas personas terminan por
someterse a una sobredosis de
anfetaminas, ya que construyen una tolerancia muy rápidamente, por lo que se
necesita más droga cada vez para lograr el mismo resultado.
En general, el efecto psicológico más inmediato es la euforia, un
estado de alerta constante, locuacidad, una gran confianza en uno mismo y un
estado de mayor agresividad. Su consumo de modo continuado puede dar lugar a
cuadros psicóticos, delirios persecutorios, inquietud, alucinaciones,
convulsiones, irritabilidad, delirios paranoides, depresión reactiva o, en el
peor de los casos, la muerte.
Si
bien el empleo de las anfetaminas para adelgazar todavía no está prohibido en
algunos países, en la mayoría se considera un
tratamiento obsoleto y peligroso. Aunque en un primer momento sus
propiedades anoréxicas hicieron de las
anfetaminas un medicamento interesante para perder peso, con posterioridad, al
descubrir su efecto adictivo y sus
importantes efectos secundarios, se desestimó su utilización para este fin.