martes, 11 de octubre de 2016

El rol de la familia en un proceso de recuperación

Cuando una persona se encuentra transitando una adicción, es muy importante tener no solo la “fuerza de voluntad”, sino un apoyo profesional y principalmente, familiar. Además de todo el apoyo profesional que la persona puede obtener dentro de un Centro de Rehabilitación, hay algo que es irremplazable, y eso es el entorno familiar propio de cada persona.

La familia de la persona, indudablemente se verá afectada de manera compleja durante todo el periodo en el que se desarrolla una adicción. Desde el momento en que toma en cuenta el problema que posee el familiar, hasta el momento de una completa recuperación. Por ejemplo, pueden encontrarse situaciones extremas, en las cuales la familia ha perdido toda la credibilidad en la posibilidad de recuperación de su ser querido, generando una posición negativa y de rechazo inicial a la posibilidad de éxito en el tratamiento.  Esto puede intervenirse a través de espacios que brinden información suficiente sobre el proceso de la enfermedad, y en los cuales se busque recuperar los procesos críticos afectados de la relación familiar, tales como la autoridad, la comunicación y la afectividad. 

Es muy importante convertirse en soporte importante para la atención del problema del consumo, integrándose de manera decidida desde el inicio del tratamiento y participando de manera activa en las diferentes intervenciones terapéuticas que se realicen. Cuando la familia conoce del proceso y se involucra en el tratamiento, el individuo tiene un mejor pronóstico de recuperación. Por ello, las intervenciones terapéuticas que se realicen deben estar orientadas al restablecimiento de la armonía en las relaciones de la familia. La cual se logra a través de intervenciones individuales y grupales que buscan, entre otras, desarrollar capacidades para enfrentar las dificultades, trabajando en los sentimientos de culpa y en la recuperación del optimismo. Además, si es posible, la familia debe vincularse a redes de apoyo que brinden acompañamiento y soporte en el proceso de recuperación del paciente, para así desarrollar conocimientos y actitudes que busquen el mantenimiento de los cambios positivos logrados, y la contención en situaciones de crisis.
 
Una de las consecuencias del abuso y la adicción, es que el paciente suele ser visto en su hogar como una persona incompetente, poco responsable y por lo tanto necesitada de protección. Para intervenir este factor de riesgo es necesario un proceso de instrucción familiar, logrando que el paciente con problemas de abuso sea visto por su familia, su entorno y él mismo, como alguien que puede destacarse en alguna actividad productiva, socialmente aceptada y gratificante para el individuo.

Si bien los modelos de abordaje familiar y social son deseables en una intervención integral del problema del consumo y adicción, pueden presentarse barreras en su implementación. Entre las principales situaciones que pueden presentarse, se destacan: una red de apoyo familiar inexistente, la negativa de la familia a involucrarse en el proceso de tratamiento y rehabilitación, problemas de adicción o trastornos mentales en miembros de la familia y la negativa del entorno social para aceptar las fases de recuperación del paciente con problemas de consumo. Si no es posible superar estos obstáculos, deben buscarse alternativas adicionales que garanticen afecto, solidaridad y comunicación positiva en el ambiente que rodea los individuos en tratamiento. Lo cual puede lograrse a través de esquemas de familias sustitutas, producto del apoyo de amigos, vecinos o centros de rehabilitación.