jueves, 31 de diciembre de 2015

La relacion entre el consumo de cocaina y su acumulación en el cerebro. Un estudio a tiempo real.

Investigaciones anteriores han demostrado que la velocidad con la cual una sustancia ingresa y egresa del cerebro tiene un efecto en que tan “afectado” se ve el usuario. El impacto de la sustancia es más intenso cuando la sustancia ingresa al cerebro y egresa rápidamente. Esta observación es importante dado que la intensidad del impacto es lo que genera que muchos usuarios busquen repetir la experiencia. Por lo tanto, es una manera de medir que tan adictiva es la sustancia. 
 
En un estudio reciente, un grupo de investigadores demostró la relación que existe entre el efecto generado por la cocaína y su acumulación en el cerebro en el tiempo. En el mismo, se correlacionó la intensidad de sustancia acumulada con que tan “afectados” se sentían los voluntarios.
 
Lo que se observó fue que dos minutos luego del consumo,  los voluntarios clamaron encontrarse “afectados”, observándose en paralelo como la sustancia comenzaba a acumularse en el cerebro. Cuatro minutos luego del consumo, los voluntarios dijeron encontrarse en el punto máximo de “alteración”, observándose que la sustancia se encontraba mayormente concentrada en el cuerpo estriado del cerebro, la cual es la región que produce la sensación de placer. Los voluntarios continuaron “afectados” durante 10 minutos en el punto máximo, tiempo en el cual la mayoría de la sustancia se encontraba en el cuerpo estriado.
 
Luego de media hora, los voluntarios clamaron ya prácticamente no sentirse afectados por la cocaína. En paralelo se observó en el cerebro que solo una pequeña parte de la sustancia continúa en el cuerpo estriado. Finalmente, luego de 40 minutos, los voluntarios no se sentían “afectados” en absoluto, sin evidencia de la sustancia en el cerebro.
 
Este estudio demuestra la correlaciona entre el consumo de cocaína con la acumulación de la misma en ciertas sustancias del cerebro. Es importante observar como la misma se acumula en el cuerpo estriado, lugar del cerebro responsable del placer, lo cual puede explicar lo difícil que es superar esta adicción.
 
En el video a continuación, pueden observarse los resultados del estudio comentado:


Si bien el video está en ingles, reproduce exactamente lo que se ha comentado en el estudio. Viendose a la izquierda un mapeo del cerebro y a la derecha el tiempo que ocurre a partir del consumo.


Fuentes:

Fowler, J.S.; Volkow, N.D.; Wolf A.P. et al. Mapping cocaine binding sites in human and baboon brain in vivo. Synapse 4(4):371-377, 1989. 

Volkow, N.D.; Ding, Y.S.; Fowler J.S. et al. Is methylphenidate like cocaine? Studies on their pharmacokinetics and distribution in the human brain. Archives of General Psychiatry 52(6): 456-463, 1995.

 

jueves, 17 de diciembre de 2015

El abuso de sustancias y las clases sociales

En estos días es común ver en diferentes medios como aparentemente las personas que pertenecen a una clase social baja son más propensas a ser adictas a diferentes sustancias (marihuana, pegamento, paco, etc.). Es frecuente también observar que si bien la persona de clase social baja es un “drogadicto”, las personas de clases sociales más favorecidas poseen “problemas de adicción”, marcando como si hubiese alguna diferencia en la patología.

Uno de los problemas que podría tener relación con el nivel socioeconomico, es que gente de clases sociales más bajas consume regularmente sustancias de una calidad inferior. Estas sustancias poseen doble riesgo, ya que sumado al daño generado por la sustancia en sí, se le debe sumar el efecto adicional generado por las “impurezas” utilizadas para disminuir el precio de la misma. Conocido es el caso del “paco”, que no es más que el residuo que se genera al sintetizar cocaína. Otros componentes utilizados para disminuir el precio de sustancias son insecticidas, pesticidas, pegamentos, querosene, etc. Es así entonces, que el cuerpo de esta persona se deteriora a una velocidad mayor, trayendo a colación problemas de salud adicionales.

No obstante, las personas de clases sociales más favorecidas no están exentas de los problemas de adicción. Además, así como hay sustancias utilizadas para abaratar costos que generan importantes daños en la persona, también existen sustancias muy costosas (las cuales solo pueden acceder personas de alto poder adquisitivo) que generan daños similares o aun peores en el cuerpo de una persona, como por ejemplo los cristales de metanfetaminas.

Es importante destacar que personas de cualquier clase, aunque diferenciadas por su nivel socioeconómico, están en la misma situación al consumir sustancias adictivas que deterioran el cuerpo, sin importar que tipo de sustancia sea. Desde el momento que no pueden dejar de consumir una sustancia en particular, la persona posee un problema de adicción, sin importar a que sustancia sea, la clase social, o el nombre con el que se le quiera poner a dicha patología. Siempre se debe recordar que el abuso de sustancias es un problema que no distingue clase social, edad ni género.

viernes, 4 de diciembre de 2015

La "fuerza de voluntad" y las adicciones

En la labor clínica cotidiana es frecuente encontrar pacientes etiquetados como impulsivos, incapaces de anticipar las consecuencias de sus conductas, carentes de objetivos y planes a largo plazo, con dificultades para empatizar y con una falta evidente de motivación. Esta descripción, aplicable a muchas personas con problemas de adicción, plantea la duda de a que se refiere el concepto de motivación. La motivación podría ser definida, en principio, como la “energía” puesta a disposición para realizar un acto que nos agrade, o evitar una conducta que a largo plazo puede tener efectos negativos.  En este sentido, el concepto de “motivación” es muy cercano al concepto clásico de “fuerza de Voluntad”.

Desde hace muchos años, se trabaja con personas con adicciones intentando generar un cambio en su conducta, enseñándoles como anticipar las consecuencias de sus conductas para asi poder inhibirlas (modelo cognitivo). Sin embargo, en este modelo cognitivo, no se tiene en cuenta el factor emocional, el cual es fundamental para producir una fuerte motivación hacia el cambio de conducta y principalmente mantenerla en el tiempo. Utilizando esta perspectiva, es fácil observar clínicamente como muchas personas con problemas de adicción, conocen a la perfección como deben actuar (dado que así se les ha enseñado utilizando el modelo cognitivo), pero no actúan como se espera de ellos. El motivo fundamental por lo cual esto ocurre, es porque en nuestro cerebro, los procesos semánticos (como la cognición) y los procesos emocionales pueden hallarse disociados. A pesar de ello, estos sujetos presentan una inteligencia normal.




Frecuentemente se plantea que la inteligencia y la voluntad son dos realidades que van siempre juntas, donde una inteligencia “intacta” equivale a una voluntad conservada, porque el sujeto conoce las consecuencias de su conducta. Si bien la inteligencia genera posibilidades de acción, es la voluntad quien opera a través de las emociones. Al adentrarse en las adicciones, se genera una respuesta primaria: Sabiendo que el consumo tiene una recompensa (la satisfacción propia de la adicción), se responde a la misma creando una predisposición y generando un comportamiento de acercamiento hacia la fuente de recompensa, o sea, la sustancia a la cual dicha persona es adicta.

Es por ello que el tratamiento de una adicción, no debe tratarse con el modo clásico cognitivo, si no que debe abordarse desde un punto diferente, trabajando con la persona para que la misma pueda por sus propios medios darse cuenta el daño que se está haciendo, y no solo pensar que es asi porque se lo han dicho los especialistas.

En este marco, destacamos que en CarpeDiem, trabajamos con la persona de manera integral, abordando todas las posibles causas por las cuales existe dicha dependencia. Cada persona posee un tratamiento acorde a sus necesidades, siendo este un tratamiento dinámico, cambiando acorde a las necesidades en cada momento. Nuestra finalidad es lograr su deshabituación, rehabilitación y reinserción en la Sociedad.



Fuente: T. Ustárroz y col. Adicciones, 2003, Vol.15 (1) 7-16.